sábado, 26 de julio de 2014

El horror de la carretera. O como enloquecer a cinco personas en tiempo récord.

La semana pasada tuve la fortuna (cada quien toma esa palabra como quiera) de hacer un viaje familiar. Familiar con mi familia nuclear, esa de siempre. Y me di cuenta que al final somos diferentes a todos y absolutamente idénticos a los demás. 

Creo que todos los viajes de carretera familiares son de alguna manera igualitos. Todas las carreteras, todas las familias. 

observaciones que ejemplifican: 

  • El quinto cinturón de seguridad no es para un ser humano.  Y menos si dicho ser humano es un adulto de más de ciento setenta centímetros. 
  • Si alguien cree que en la borrachera hay fases nunca ha hecho un viaje familiar en carretera. Pasamos de la absoluta felicidad, al "no te tiro por la ventana porque mi mamá me regaña", al veo-veo. Eso cada 25 minutos. 
  • El aire acondicionado y la música van a ser un problema siempre.  Yo en general no tengo nunca un problema con la música, siempre y cuando no sea RadioRed, no hay nada en el mundo que den más ganas de llorar que Radio Red y su jingle antiquísimo Raadio Reed. Red. Muerte.                                                                                                                                           Lo que sí es para mí un problema es el aire acondicionado, ya aprendí que tengo que viajar con tres calcetines, chamarra, y bufanda de lana para protegerme del frío, aun cuando estamos a 36 grados a la sombra. 
  • Quién hubiera pensado que cuatro horas fuera tantísimo tiempo. Y de siete ni hablamos.
  • No importa que tengas 32 años, dos maestrías, tres hijos, pagues impuestos o cualquiera de esos logros de denotan adultez, no vas a poder evitar la terrible pregunta de carretera ¿Papá, cuánto falta? seguida de ¿Y para la mitad? En los momentos mas desesperados puedes preguntar por la mitad de la mitad, y así sacar tus propias conclusiones. 
  • Empiezan los pensamientos oscuros, Lo bueno de viajar juntos y solos es que si nos morimos estamos todos.
  • El primero que ve el mar gana. Ley
  • Al final la carretera siempre se acaba, y con eso empieza el viaje que hace que te olvides de la carretera. Y le haga a tu cabeza pensar que estos son muy buenos compañeros de viaje y lo volverías a hacer cualquier día. 


Al final la carretera siempre vale la pena. 

*Fotos tomadas por mí con el teléfono.